Al leer la noticia de tu muerte
sentí un pálpito en el alma.
Algo se rompió dentro de mí.
No lo quería creer en un primer momento.
Pero a veces la realidad es tozuda e implacable.
Te habías ido para siempre.
Mi pensamiento regresó a mi niñez, cuando te conocí.
Cuando venías a nuestra casa de visita.
Yo era un niño pequeño, muy pequeño
y tú un hombre joven, fuerte y alto, muy alto,
inalcanzable para mi.
Me acariciabas el pelo y me decías: ¡hola, pelusa!
Y a mi hermana pequeña: ¡hola, loreta!
Y nos traías caramelos.
Después pasó mucho tiempo. Mucho tiempo
sin saber nada de ti.
Es que te habías ido de España.
Emigraste al Cono Sur a encontrar una mejor vida.
Y la hallaste, y formaste una hermosa familia.
Y fuiste feliz, seguro.
Conservo las cartas que nos escribías por Navidad
porque siempre te acordabas de nosotros.
Pero el paso inexorable de la vida
poco a poco te hizo viejo
y te llegó la hora como a todos nos ha de llegar.
Y nos dejaste muy solos…
Ahora tu sabiduría supera a la nuestra
pues ya conoces la otra orilla.
Hasta luego, tio Benito... te veremos en el otro lado de la vida...
en donde las personas que te quisieron te encontraremos de nuevo.
(+29 de Julio de 2.009)
Hasta luego, tio Benito... te veremos en el otro lado de la vida...
en donde las personas que te quisieron te encontraremos de nuevo.
(+29 de Julio de 2.009)
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