Me acuerdo del padre Fidel, del padre Conrado, profesor de Religión, del padre Cirilo, ya nombrado, del padre Samuel, del director padre Teófilo Zamora… y tantos otros. Escuadra de gastadores desfilando por la calle de Romero Robledo El colegio de los Sagrados Corazones era una institución un tanto liberal para la época (años 50). Al contrario que otros colegios del mismo barrio, allí no se cantaba el “Cara al sol” cuando terminaba la jornada escolar. La única consigna que se gritaba, antes de romper filas para acudir a nuestras casas respectivas era la de: “¡Honor y gloria a los Sagrados Corazones de Jesús y de María!” dicha por el “padre prefecto”, a la que se contestaba a voz en grito por todos: “¡¡Ahora y siempre!!”. Este detalle de no cantar el famoso himno, ocasionó que las fuerzas ultras del barrio hiciesen pintadas en las tapias externas del colegio, que jugando con las siglas SSCC (Sagrados Corazones), algunas de las cuales decían: ·”Sociedad Socialista de Curas Comunistas”, pero la cosa no iba a más. Salvo el correspondiente deterioro estético de dichas tapias. Pintadas que enseguida eran borradas una y otra vez a los pocos días.
Ya que he citado al “padre prefecto”, (padre Evaristo) su función consistía en meter en vereda y en disciplina a los más revoltosos de los alumnos. En una palabra, era el cura que se encargaba de repartir cachetes a aquellos alumnos que eran más gamberros en su comportamiento y conducta. No solo eran cachetes, sino también “capones” y golpes con una regla de madera en las palmas de las manos si no te sabías la lección. Para acudir a las aulas se hacía siempre en formación de dos filas, a toque de pito. Pitido corto: a formar. Pitido largo: romper filas. Ahí es en donde, en gimnasia, por ejemplo, aprendimos a marcar el paso, con lo cual ya llevábamos una cosa sabida cuando nos tocara hacer la mili.
El deporte era una actividad de gran importancia en el colegio. Se participaba en todos los campeonatos entre colegios: fútbol, baloncesto, atletismo, balonmano, jockey sobre patines, etc.,.. Interveníamos todos los años en los Juegos Juveniles en el estadio de Vallehermoso de Madrid, una especie de juegos olímpicos colegiales. A parte de la gimnasia diaria y el salto de aparatos: cuerda, potro, plinto, etc…que nos daba el profesor Cano.
Como es obvio, la religión era una asignatura de primer orden. Misa diaria obligatoria. El Ángelus: a las doce del mediodía sonaban por la megafonía que había en las aulas unas campanas con una grabación que iniciaba el rezo famoso: “El ángel del Señor anunció a María…”. Luego estaban las fiestas del colegio: La Inmaculada del 8 de Diciembre. Primero, una misa solemne en la capilla, después un desfile en traje de gimnasia encabezado por una “escuadra de gastadores” compuesta por los alumnos más mayores y una banda de cornetas y tambores con soldados de Aviación del próximo Ministerio del Aire, invitada para la ocasión y que amenizaba el acto. A continuación una tabla de gimnasia y una serie de actuaciones: poesía, bailes regionales, etc… terminando el acto cantando el himno del colegio:
“Blanca estrella de la mar,
no abandones mi barquilla,
llévala a segura orilla
las tormentas al bramar”…
y con un disparo de fuegos artificiales. Hubo algún año en que se celebró también una novillada improvisando en el patio una plaza de toros cuadrada hecha con vallas de madera. Invitaban a algún torero profesional como De la Serna y alguno de los curas se atrevían a dar unos capotes. Por la megafonía ponían música de pasodobles pero, una de las veces en que se celebró, se les estropeó el disco y a alguien se le ocurrió sustituirlo por uno de marchas militares, que eran lo más parecido a los pasodobles, ante el asombro de muchos de los espectadores.
Tabla de gimnasia el día de la Inmaculada (Foto de la Web del colegio)
Todos los años, coincidiendo con el fin de curso, se celebraba también el Día del Colegio, que casi siempre caía en domingo, para lo cual se alquilaba el Palacio de la Música, un cine que estaba en la Gran Vía de Madrid. El acto comenzaba con la actuación del coro y la rondalla del colegio, después reparto de diplomas y medallas a los alumnos más aplicados durante el curso que acababa de terminar y, por último, la proyección de una película de cine español. Me acuerdo ahora del título de una de aquellas proyecciones: la película “Historias de la Radio” en la que intervenía entre otros actores: Paco Rabal, Pepe Isbert, José Luis Ozores y el famoso locutor Bobby Deglané.
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Colegio Nebrija-Rosales
Entrada del antiguo colegio Nebrija-Rosales de la calle de Quintana (Foto del autor)
Fachada delantera del Colegio Nebrija-Rosales de Carabanchel (Foto QDQ)
En fín, pasados unos años, en vista del poco rendimiento de mis estudios, mis padres decidieron cambiarme de colegio a ver si así cambiaba de aires. Ingresé en 1.960 en el Nebrija-Rosales, un colegio laico, y según decían los vecinos, el más golfo del barrio. También en el barrio de Argüelles. Ocupaba un palacete de tres plantas construído a finales del Siglo XIX. Estaba rodeado por un patio en todo su perímetro y una verja de hierro forjado que lo separaba de la calle Quintana. Una leyenda urbana decía que había pertenecido a unos marqueses. El colegio era sólo masculino. El femenino del Nebrija-Rosales estaba en la calle de Altamirano en el mismo barrio. Sus aulas ocupaban una planta de un edificio normal de viviendas. A este colegio asistió de joven la famosa cantante Ana Belén.
La típica foto de colegio, con mi hermano Manolo en el Nebrija-Rosales (Foto del autor)
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Al comenzar el curso 64/65 se trasladó a un edificio nuevo en Carabanchel Bajo en la calle de Carlos Domingo, cuya fachada se ve en la foto. La mayoría de los alumnos de Argüelles continuamos yendo allí, con la diferencia que ahora teníamos que coger el Metro-Suburbano dos veces al día, ida y vuelta. En principio había cierto “pique” entre los antiguos alumnos y los que eran de Carabanchel, los cuales nos llamaban “los pijos”, pero en esencia nos llevábamos bien y éramos todos igual de gamberros.
El director era D. Francisco Delgado Sanz, “Paco” para los alumnos, profesor de Lengua, Literatura e Historia y su señora, también profesora Dª Guillermina Bermejo Cáceres, la “Guiller”. También estaban los profesores D. Froilán, profesor de Física y Matemáticas, D. Bernardo, el “Mesié” profesor de francés, el “Fürher”, profesor de Política y el “patachicle”, secretario del colegio. Así como el señor Moratilla, el portero y D. Juan, un guardia civil retirado que atendía el Bar.
Era un colegio pequeño, casi familiar. No más de cien alumnos sumando el total de todos los cursos. Durante los recreos, los más mayores nos escapábamos a una sala de billares en una calle próxima, en donde fumábamos nuestros primeros pitillos. Hasta que nos echaban en falta y nos iban a buscar para obligarnos a regresar al colegio. Unas veces venía el propio director “Paco” que siempre llevaba doblado bajo el brazo el diario “Marca” o el Sr. Moratilla. Era un centro de los llamados en esa época “reconocido”, es decir, nos examinábamos en el colegio a fin de curso y en el Instituto “Cardenal Cisneros” cuando había exámenes de Reválida.
El día de la fiesta del colegio se celebraba un “guateque” con todas las de la ley. Bebidas (incluídos “cubatas”), comida para picar y música para bailar con discos de la época: The Beatles, Los Brincos, etc… Me acuerdo de que el cantautor Patxi Andión fue uno de sus alumnos que más tarde se hizo famoso.
Aquí es donde terminé mi bachiller. A don Francisco le dediqué en su momento el siguiente soneto sarcástico, el cual resume, cómo era la enseñanza en aquella época que acabo de relatar.
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LA LETRA CON SANGRE ENTRA
(a mi antiguo profesor D. Francisco Delgado Sanz)
Si me propongo escribir un soneto
No es que yo quiera mostrarme ilustrado
Sólo intento recordar un pasado
Sobre un tema más o menos concreto.
Tuve un maestro versado y completo
Que preparaba a todo el alumnado
A base de palo, castigo anticuado
Si de suspensos andabas repleto.
Por eso salimos así de “sabios”
Y en Latín, Historia y Literatura
Aprobábamos todo a la primera.
Porque ese palo partía las manos
De tal manera “delicada” y pura
Que no me olvidaré en la vida entera.
Excursión a la Boca del Asno (Segovia) del colegio Nebrija-Rosales (yo soy el de la cantimplora)
Día de la Madre en el Colegio Nebrija-Rosales (Foto del autor)
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Estos dos colegios de mi infancia: el Nebrija-Rosales de Carabanchel y mi antiguo colegio de los SSCC de Argüelles todavía siguen en activo. El de los SSCC hace poco cumplieron su centenario. Esta es su Web: http://www.colegiosscc.es/