jueves, febrero 24, 2011
sábado, febrero 19, 2011
EL TECLADO DE TU BOCA
Estoy sentado frente al teclado de tu boca.
Mis manos relajadas se preparan para iniciar el concierto.
Después de un momento de concentración,
me dispongo a abrir las cubiertas,
superior e inferior,
del doble teclado de tu boca.
Las cubiertas rojas, carnosas, sensuales, palpitantes…
quedan abiertas mostrando tu dentadura-teclado
en toda su curvada inmensidad.
Tus teclas-dientes, blancas como la nieve,
brillantes como el marfil, despiden destellos
desde su esmalte inmaculado e impoluto.
Es un teclado sencillo, sin sostenidos ni bemoles,
no hay dientes negros alternados dos a tres.
No importa.
Desde el primer incisivo hasta el último molar
contienen dos octavas y media, de Do a Fa.
Miro al panel superior en la partitura de tus ojos.
En el pentagrama transparente de tus pupilas negras
lucen las notas de la obra que me propongo ejecutar.
Coloco mis manos en tus dientes-teclas,
diseñados especialmente para el mordisco incruento
y dejo que tus bocados hieran suavemente mis dedos,
surgiendo una bella y sencilla melodía
que se combina con una sucesión de arpegios
completando así el acompañamiento.
Es un “allegro ma non troppo” que agota sesenta minutos
terminando en un exultante “maestoso”.
Un largo acorde de Fa Mayor pone punto final.
El concierto ha finalizado.
Los aplausos resuenan en la sala.
Hago una reverencia y señalo a tu teclado hermoso.
No puedo permitir que el homenaje sea para mí,
porque el mérito es tuyo, para el teclado de tu boca.
Vacío ya el auditorio, te miro, te admiro
y cierro tus dos cubiertas carnosas.
Mas, no quiero dejarte así, sola.
Me despido con un beso que sella tus labios.
sábado, febrero 12, 2011
¡Qué cosas hay que oir!
Como somos Caballeros Legionarios,
hay mucha gente que no nos camela,
como si fuera un delito,
ser de la Legión Extranjera.
Nosotros no nos preocupamos
ni del más grande ni del más chico,
ni tampoco olvidamos
ni a los pobres ni a los ricos.
Cuando vamos por la carretera,
y nuestras carnes se tuestan al sol,
la sangre de nuestras venas es igual que la mejor.
Si asaltamos los corrales
y robamos las gallinas
es para calmar el hambre,
que pasamos en la vida.
Y aunque a nadie le importa el sufrimiento,
que un legionario lleva en el corazón,
demostramos que estamos satisfechos
y llevamos en el pecho el emblema de La Legión.
Si cantamos soleares
o bailamos bulerías
es para olvidar las penas,
que pasamos en la vida.
Y aunque a nadie le importa el sufrimiento,
que un legionario lleva en el corazón,
demostramos que estamos satisfechos
y llevamos en el pecho el emblema de La Legión.
***
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