Traigo aquí un recuerdo de mis tiempos, cuando tocaba la guitarra, allá por los años 70. Comencé con el método de Segundo Pastor, famoso guitarrista de mi época. Eran dos libros de partituras y llegué a aprendérmelos de memoria. Eran escalas diatónicas, ejercicios de acordes, pequeños estudios, etc.
Un problema de los autodidactas es que no teníamos a nadie que nos corrigiese los malos hábitos de digitación que requiere la guitarra o cualquier otro instrumento de cuerda o tecla. A pesar de todo, hice mis “pinitos” con este instrumento. Más adelante me atreví con estudios de Fernando Sor, Tárrega (el famoso “Recuerdos en la Alhambra” con el endemoniado trémolo de tres notas y tres dedos), Mateo Carcassi, Mauro Giulianni, y otros.
Pero de entre todo el repertorio guitarrístico para principiantes destacaba el archifamoso “Románce anónimo”, que como su propio nombre indica era de autor desconocido, aunque ha habido varios autores como Narciso Yepes que se atribuían el invento, al interpretar esta obra como banda sonora de la película francesa“Juegos prohibídos” (1.953). De esta pieza musical, primero había que aprenderse el punteo de la melodía, después los arpegios de tres notas y, por último todas las notas en conjunto, con las famosas “cejillas” de la segunda parte de la composición. Aquí os dejo por si os sirven, las partituras en solfeo clave de sol y su correspondiente tablatura en cifra.
También hubo gente que le puso letra a esta melodía. Recuerdo la de Rafael de León que interpretaba el cantante Ráphael. Aunque la mejor de todas, creo, fue la versión de María Ostiz, pues su letra trata del propio instrumento en sí. Héla aquí:
Una guitarra lloró
Y su lamento escondido
Entre las cuerdas olvidado quedó
Y un romance sin nombre nació.
Quiero pensar en las manos
Que un día escribieron las notas
Que lloran tus cuerdas, guitarra
Y en tu alma con llave
Has guardado el secreto de aquel corazón
Hoy la guitarra me habló
Algo me dijo en sus notas
Pero su lenguaje no lo comprendí
Y el secreto murió para mí.
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En fín, la guitarra hace más de 20 años que la dejé, pues cada vez te exigía más y más tiempo de dedicación. Para mi es un instrumento muy desagradecido. Es una pena.
Años después me pasé al teclado electrónico, en donde igualmente hice alguna incursión. Aquí se puede escuchar una versión un tanto “sui generis” que interpreté del “Romance anónimo”, también hace años, en Agosto del 86, con un teclado “Yamaha”, modelo PS-55.